lunes, 20 de julio de 2009

El fracaso de la conquista de Luna y el papel de la ciencia contemporánea

La llamada "conquista de la Luna" en realidad terminó siendo el fracaso empresarial más costoso de la historia puesto que, a diferencia de la aventura de Colón —que enriqueció a Europa de tal manera que se volvió la dueña del mundo— en nuestro satélite no se encontró nada que justificara tamaño esfuerzo, por lo cual se abandonó todo interés en seguir aprovechándola.

La Luna es, entonces, una mina sin riquezas, un pozo petrolero abandonado. Se aprendió mucho de cómo navegar en el espacio y otras cosas más, pero los financistas, las reinas Isabel del mercado, saben que fue una inversión desperdiciada. Y por más que los científicos quieran hacer algo allí (instalar bases, realizar estudios geológicos, etc.) todo eso no cuenta ni con el interés ni el apoyo de ninguna institución pública o privada. Muchas conclusiones se pueden sacar de esto, entre ellas, cuál es el papel de la ciencia en el mundo contemporáneo.

La imagen de la ciencia

El cientismo o cientificismo es una creencia no científica que consiste en que personas que no son científicas ni técnicas alaban la ciencia de una manera subjetiva y ven en ella conclusiones y amplitudes que ni sus verdaderos operadores le atribuyen. Esta actitud es muy común en el mundo actual y muchos actúan de esa manera (entre los cuales podemos citar a los famosos divulgadores científicos como Asimov y Sagan, o también a filósofos como Bunge) quienes no reparan en los límites de la ciencia contemporánea que son, principalmente, sus acentos experimentales y fisicalistas.

Una ciencia sesgada

Dicho en otras palabras, estamos ante una ciencia que responde fielmente a las necesidades de un sistema de mercado, una ciencia industrialista, la cual, para poder operar, tiene que demostrar su eficiencia y eficacia ante quienes la financian y promueven. Este solo hecho la convierte automáticamente en imparcial, pues está totalmente teñida de una forma de pensar y de actuar propia de la Modernidad, y nosotros sabemos que Modernidad no es un sinónimo de ciencia.

La utilidad guía a la investigación

La ciencia actual tiene entonces condicionantes específicos que la estrechan y obligan; carece de independencia para interpretar el mundo de otra forma que no sea de acuerdo al poder imperante del comercio (lo que en la vieja política se llamaba "la burguesía"). Todo proyecto, todo intento de investigación es tamizado y fiscalizado escrupulosamente por las autoridades (que no son científicas) para buscarles su utilidad y su aplicación. Aquello que atente contra el poder imperante es automáticamente rechazado o no se le financia.

La realidad es más amplia

Por lo tanto sería necesario ampliar la visión estrecha que hoy le dan a la ciencia puesto que, en las actuales condiciones, no está abarcando toda la realidad sino solo la parte que conviene al poder. Muchas cosas ya se hubieran inventado que solucionarían el problema de la distribución de la riqueza, de las enfermedades sin necesidad de laboratorios ni curas costosas, de la propiedad de los recursos naturales del mundo, de la contaminación producto de ello, etc., si es que no existiera esa camisa de fuerza que le impone la Sociedad de Mercado.

La ciencia y la sociedad

Todas las épocas humanas tuvieron su ciencia, algunas más impresionantes que otras, pero todas respondían a las necesidades de su medio con eficiencia. Con esas ciencias se pudieron construir pirámides y monumentos, desarrollar medicinas sorprendentes, poseer conocimientos astronómicos que aún hoy no pueden ser comprendidos. Todas esas ciencias fueron abandonadas en su momento por buscar otras realidades, otras sociedades que satisfaciesen mejor la expectativa humana. ¿Pasará lo mismo con esta ciencia? A no dudar que sí, porque con toda su magnificiencia es solo una esclava de un grupo de ricos que la orientan y definen según su conveniencia, y eso es algo que los mismos científicos -que carecen de poder- no pueden evitar.